El miedo de los corruptos ante los elefantes
por Sergio Sinay
La despiadada cacería de un viejo juez desnuda la inmoralidad de los chacales y revive, a través de un poema, el valor de la metáfora
El salvaje, obsceno, impiadoso e inmoral ataque que una
banda de corruptos en busca de impunidad ha desatado sobre el juez Fayt trajo a
mi memoria un bellísimo poema del escritor inglés David Herbert Lawrence
(1885-1930), autor de obras clásicas e imprescindibles, como “El amante de Lady
Chaterley”, “Mujeres enamoradas” o “hijos y amantes”, entre otras. El poema es
de una sutileza y una profundidad que ninguno de estos oportunistas, bocones y
brutos a cargo de funciones gubernamentales o parlamentarias podría entender
aunque viviera cien vidas. Se titula “El elefante se aparea lentamente” y aquí
lo comparto, dedicándolo a las personas sensibles y a todos los viejos que
siguen enseñando e iluminando caminos de honestidad, compromiso, decencia,
responsabilidad y sentido para quienes vienen detrás:
El elefante, enorme y antiguo animal,
se aparea lentamente;
encuentra una hembra, no muestran premura
esperan
a que en sus vastos corazones cautelosos
poco a poco se encienda la emoción
rezagándose en los lechos de los ríos
mientras toman agua y comen hierbas
y corren en pánico por la maleza de la selva
con la manada,
y duermen en sólido silencio y despiertan
juntos, sin decir nada.
Tan lentamente sus grandes corazones
calientes se llenan de deseo,
y al fin se aman las grandiosas bestias en secreto,
ocultando su fuego.
Son los más viejos y sabios animales
por eso al fin saben
esperar la fiesta más solitaria
el banquete completo.
No arrancan, violentos, los bocados;
su sangre maciza se acerca
como las mareas a la luna, cada vez más
hasta tocarse en el torrente.
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