Por Sergio Sinay
Si no la sostienen sus tres poderes, actuando de manera complementaria y autónoma, y si la ciudadanía no se empapa de su significado, la República no se conjuga y las transformaciones necesarias no se producen
Sin
justicia no hay república, dice una consigna. Y es verdad. La República se
sostiene en tres pilares complementarios y autónomos. Los poderes Legislativo,
Judicial y Ejecutivo. En la Argentina esto hay que aprenderlo desde cero porque
no funciona así. Y por mucho que políticos, candidatos y otros se llenen la
boca con la palabra República, no la honran con sus conductas. Esto es
independiente de quien gobierne. Por supuesto, resulta más grave cuando
gobiernan populistas y corruptos. Al populismo los principios de la República
le resultan obstáculos e intenta sacárselos de encima, y de la democracia solo
acepta la votación, siempre y cuando lo favorezca. Si a eso se le suma
corrupción a destajo, la República muere.
También
los ciudadanos tenemos el deber de entender que democracia es mucho más que
votar. Es vivir en diversidad, aprender a establecer consensos, integrar en la
vida de cada día los proyectos personales con los colectivos y el interés
personal con el bien común, respetar a las minorías (porque todas son minorías,
mayoría es solo el 100%). En esto la sociedad argentina (que sigue agrietada e
intolerante desde las dos orillas de la grieta) tiene todavía mucho para
aprender, asumir y practicar.
Lo
mismo que su gobierno. No es una actitud republicana presentar un aumento a los
jubilados como si fuera una muestra de generosidad. Fue un vergonzoso acto de
populismo (con una sobreactuación del jefe de gabinete) haberlo hecho así. Eso
no es cambiar. Eso es seguir. Y si los ciudadanos estamos atentos, veremos que
hay más muestras de lo mismo.
UNA GRIETA ABIERTA
Vivimos
en una sociedad convaleciente tras una larga década de grave enfermedad. Pero todavía
esta sociedad no recibió el alta. Ahora se le inicia juicio político a un
camarista que le venía haciendo mucho mal a la Justicia y a la República. Un
juicio necesario y tardío (porque hasta ahora lo habían protegido el gobierno corrupto
y autoritario al que favorecía con sus fallos y la propia corporación judicial).
Pero el procedimiento por el cual se inició el juicio es, nuevamente, un
ejercicio típico de sigamos y no de cambiemos. Falta mucho para cambiar.
Tendrán que venir otros rostros, otras conductas, otros antecedentes. Y la
sociedad misma, para ser impulsora y guardiana de esa transformación, deberá
cambiar muchos de sus hábitos y paradigmas. Algunos comentarios revanchistas
(como circularon por las redes tras los resultados de las PASO) no ayudan a
eso. Se parecieron mucho a lo que hacían quienes exhibían triunfalmente su
intolerancia durante la década perdida.
UN CAMINO LARGO
Quedan
dos meses para las legislativas y será bueno estar atentos, informarse, pensar,
saber qué y para qué se vota. Sabemos que en la Argentina no hay justicia (que
lo digan los corruptos que andan sueltos, los asesinos de todo tipo que
circulan libres, los ladrones rápidamente liberados, los abogados que transan
con funcionarios judiciales a favor de defendidos indefendibles, los jueces que
no pagan ganancias mientras ese impuesto abruma a los ciudadanos de a píe).
Esperemos que las elecciones legislativas no resulten un paso a que el Congreso
vuelva a ser una escribanía del Ejecutivo. Y que en los tres poderes se
entienda alguna vez que se está allí en función de servicio y no para servirse
de la sociedad. Para todo eso falta. Tantas décadas de degradación no cambian
en una generación ni por arte de magia. No se cambia porque sí y de la noche a
la mañana.