Peligro: están cazando votantes
Por Sergio Sinay
Es temporada de caza de votantes y se reproducen los discursos vacíos y oportunistas a cargo de candidatos sin ideas ni principios, así como avisos manipuladores pergeñados por asesores y publicistas mercenarios. Como nunca, es necesario pensar por cuenta propia.
De pronto las pantallas televisivas, las ondas radiales, las
computadoras, tablets y celulares son invadidos por avisos políticos. No porque
haya renacido la verdadera política (la de debates, participación y compromiso ciudadano
reales, construcción de proyectos colectivos, fortalecimiento y defensa del
bien común, integración de la diversidad con preservación de las diferencias),
sino porque estamos en temporada de elecciones. Es decir, en temporada de caza
de votantes. Como nunca, quedan al desnudo las carencias, los vacíos
intelectuales, las dobleces morales, las serias limitaciones expresivas, la
levedad terminal de los principales candidatos. Son tan inconsistentes que ni
siquiera tienen nombres completos, no tienen raíces que los sostengan, pierden
hasta sus apellidos. Son apenas Daniel, Mauricio, Aníbal, María Eugenia, etc. Cuando
Groucho Marx expresó “estos son mis principios, pero si no les gustan tengo
otros” hablaba de ellos, aunque no los conociera o no hubieran nacido.
Daniel es de pronto ultra K como antes fue ultra menemista y
ultra duhaldista y será lo ultra que resulte necesario. Es un seguro servidor
de quien le ladre más fuerte. Es nada. Está visto. Mauricio privatizaba todo hasta
que se asustó por un resultado electoral y ahora es más estatista, más
socialista y más “progre” que nadie. Sus corifeos tratan de justificar lo
injustificable, quieren presentar como una estrategia fríamente calculada lo
que es una improvisación torpe, oportunista y desesperada. Massa pasó de juntar
intendentes corruptos a verlos huir de él en busca de mejores quesos y ahora
promete palos contra la corrupción (¿no la veía cuando era jefe de gabinete?).
Y así. Un principio para cada ocasión, un principio para
cada oyente. Ningún principio traducido en conductas. Si hay archivos que los
van registrando, no importa. Mientras tanto, el bombardeo impiadoso de avisos.
En toda esa catarata producida por asesores de imagen y de marketing y por
mercenarios de la publicidad no hay una idea, una propuesta, una explicación
acerca de qué harán, cómo lo harán, para qué lo harán. Cero. Son apelaciones
emocionales. Sobredosis de emoción rápida, fácil y banal que impida que se
filtre el pensamiento, el argumento, la reflexión. También ellos van por todo y
a cualquier precio, incluso el de su dignidad (si aceptáramos que la tienen).
Mientras ellos manipulan la emoción, la responsabilidad de
pensar queda a cargo del ciudadano. Sobre todo si quiere honrar su condición de
ciudadano (persona con derechos, con información, con pensamiento propio y, lo
que es esencial, con deberes). Y así debe ser. Cada uno es responsable de
pensar por cuenta propia, de actuar según sus reflexiones, de no sumarse a una
manada, de asumirse antes como persona y ciudadano antes que como el mero
consumidor amaestrado que pretenden y necesitan los candidatos sin principios y
los asesores que manipulan emociones.
Estamos en temporada de caza de votos. Todo estamos en la
mira del cazador. Serán semanas y meses peligrosos. Hay que pensar más que
nunca. Frente al mensaje vacío, los antídotos son la mente alerta, los valores
convertidos en actitudes, los propios principios, la propia dignidad. Eso de lo
cual los cazadores carecen.