Varones que mancillan la
masculinidad
por Sergio Sinay
Tomás Fabián Domínguez, 21 años, Lautaro Dante Ciongo Pasotti, 24 años. Ignacio Retondo, 22 años. Steven Alexis Cuzzoni, de 20 años y Franco Jesús Lykan, 24 años. Estos son los detenidos y acusados por
la violación grupal a una chica de 20 años ocurrida el 28 de febrero en
Palermo, a la luz del día. Sus nombres no solo deben ser repudiados por
organizaciones feministas. Estos cobardes especímenes nos interpelan en primer
lugar a los varones. Mancillan a los hombres que aman a sus mujeres con buen
amor, que son padres nutricios de sus hijos, que mantienen relaciones sexuales
en términos de equidad y de placer compartido y consentido. A los varones que
trabajan por una sociedad mejor, que muestran en la vida coraje y testosterona
espiritual, de esa necesaria para luchar por la justicia, por el respeto, por
la igualdad social y económica, por la paz y los encuentros, insultan a los que
honran la diversidad. Estos inexcusables imbéciles violan no solo a una mujer
sino a la integridad del amor. La primera barrera a este tipo de canallas, que
abundan y nos ensucian, la debemos poner ante todo los varones. Cada uno de
estos imperdonables nos convierten a todos los hombres en sospechosos y
acusados. Y nos hacen blanco del odio y el resentimiento de quienes ganan
(ganancias pírricas) con los desencuentros, con el enfrentamiento, con el
desamor.
Silencio y pasividad
frente a basuras así nos dejan en deuda moral ante nuestras compañeras, amigas,
novias, hijas, madres, hermanas, colegas o incluso amantes. Una deuda
inadmisible y que a nuestras conciencias (que hablan, aunque las silenciemos)
les costará saldar. No hay que ser feminista para enfrentarlos, denunciarlos y
excluirlos de todo espacio digno de un hombre que merezca llamarse así. Ni hay
que estar de acuerdo con las expresiones más sesgadas del feminismo confrontativo,
excluyente e intolerante. Basta con ejercer una hombría digna, con demostrar
coraje espiritual, con sentir en nosotros la ofensa provocada en el otro
cuerpo, en la otra persona.
Muy bueno su columna. Como ser humano me siento aliviada de saber que hay mas hombres buenos que malos y que los buenos no miran hacia otro lado
ResponderBorrarGracias siempre Sergio por tus palabras de libertad, conciencia y enriquecimiento espiritual.
ResponderBorrarAcabo de leer tu ultimo libro, La ira de los varones, y creo que pones en palabras todo lo que vivo y quiero exponer sobre estos temas cuando escribo artículos. El predominio del discurso del "buenismo social" (asi lo llamo yo, muy parecido a como lo llamas vos) hace difícil tener una conversación real tocando estos temas sin que te discriminen o malinterpreten. Los varones quedamos en la sombra, dejados de lado. Y la historia es reescrita poniéndonos como victimarios. No todos los varones somos machistas, y los que no aspiramos a ese modelo podemos ser de una mejor manera, sin renunciar a nuestra masculinidad. Desde mi juventud me marcó mucho leer tu libro "la masculinidad tóxica", que me dio una orientación esencial sobre estos temas en un momento clave del desarrollo de mi identidad como hombre. ¡Gracias por todo!
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