Reflexión de la semana
Lo imperdonable
Por Sergio Sinay
Mucho se
habló esta semana de pedir perdón. Quien se supone que debía pedirlo, no lo hizo.
Encontró uno y mil subterfugios para evadir esa palabra, desde usar a su propia
mujer como escudo humano hasta tratar de miserables a quienes lo enfrentaban con
la consecuencia de sus acciones. “No ocultamos nada”, dijo después de haber
escondido durante más de un año la acción que terminó de definir lo que sus
palabras y sus actos ya venían denunciando. Que la mentira, la tergiversación y
la deslealtad son normas en su conducta.
Que se
pida perdón no significa que este sea otorgado. Sin perdón, dice Hanna Arendt
en La condición humana, las relaciones humanas serían imposibles,
quedarían estancadas en las consecuencias de un acto. Pero, señala la filósofa
alemana, no hay acto por pequeño que sea que no tenga consecuencias. Y afirma
que no se perdona lo que no se puede castigar, y no se puede castigar lo
imperdonable. Cuando hubo tanta muerte, tanta mentira y tanta perversión pedir
perdón sería una hipocresía más. Y ni aun así lo pidió.
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