lunes, 10 de agosto de 2015

Candidatos al vacío

Por Sergio Sinay

En el cuarto oscuro encontramos candidatos que nos devuelven patéticas imágenes de nuestra sociedad

     
       Pocas veces habrá habido, en la grisácea historia democrática de nuestro país, candidatos tan carentes de sustancia, candidatos de vocabulario tan elemental y raquítico, de imaginación tan escasa, de principios tan frágiles, de valores tan volátiles o indemostrables, de formación cultural tan elemental, de cosmovisiones tan miopes como los que aparecieron en las boletas del cuarto oscuro el domingo 9 de agosto de 2015 ante nosotros, los ciudadanos (a quienes ellos llaman “la gente” y tratan como consumidores, como clientes o como simples datos de encuesta).
     Pocas veces, si es que hubo alguna, nos habremos encontrado con candidatos tan huérfanos de visiones convocantes, tan incapaces de promover una utopía, tan alejados de toda noción de pasión. Candidatos monitoreados por asesores de marketing, de imagen, de publicidad. Carne de encuestadores. Candidatos incapaces de elaborar un discurso propio, de alimentarlo con argumentos elaborados por sí mismos, de someter sus ideas a debate, de hablar mirando a los ojos y de convencer con los atributos del pensamiento.
      Pocas veces, si es que hubo alguna, habremos estado ante candidatos tan cobardes, temerosos de perder un voto en caso de mostrar quiénes son, de decir una palabra fuera del guion, olvidados de su propia identidad. Candidatos tan oportunistas, tan ventajeros, tan insulsos, tan vacuos. Tan dramáticamente ajenos a toda noción de lo que es la verdadera política: o sea, debate de los temas de interés común, negociación de buena fe en torno de esos temas, exploración y atención de las necesidades de la comunidad, integración y articulación de la diversidad de intereses de la sociedad, anteposición de los intereses sociales comunes a las urgencias y prioridades propias. Esto por nombrar solo algunas cosas de las muchas a las que son indiferentes, que les resultan incomprensibles y que jamás de los jamases estarán en su horizonte político ni existencial.
       Pocas veces un candidato oficialista habrá demostrado hasta el hartazgo, como el actual, su capacidad de obsecuencia, su genuflexión que bordea la indignidad, su nulidad conceptual, su insultante negación a pronunciarse sobre cualquier tema de interés comunitario. Y pocas veces habrá tenido como principal rival a un opositor tan superficial, tan incapaz de ponerle sustancia, músculo e identidad a las volátiles propuestas que repite como la lección aprendida de memoria por un alumno almidonado que aspira a ser abanderado si las repite en orden y se porta bien. Ni mencionar (porque estremece) a algún candidato que aletea en los vientos del crimen. Más allá de lo que se pruebe, o no, al respecto el solo hecho de que una acusación así sea plausible describe en qué país se dan estas elecciones.
     Candidatos producidos y envasados al vacío. Candidatos, además, al vacío.
Pocas veces como en estos días, mientras esos candidatos desnudaban su pobreza, se habrá escuchado como música de fondo (amplificada en cadenas nacionales presuntamente ilegales), el relato desquiciado de una realidad falsa, cuya sola descripción ofende a los pobres, a las víctimas de la inseguridad, a los que pierden algo cada día (trabajo, vidas, bienes, derechos reales, hijos succionados por la drogadicción).
      Las sociedades tienen los candidatos que se les parecen. Es lógico y natural. Los candidatos no pueden llegar de otro planeta. Nacen y echan raíces aquí, son acompañados, apañados, aceptados, alimentados y reproducidos por una masa crítica de la sociedad a la que representan. Esa masa crítica es tan indiferente como ellos, tan anémica de pasiones y utopías como ellos, tan cortoplacista como ellos, tan ombliguista y egoísta como ellos, tan usufructuaria del bien común como ellos, tan anómica como ellos, tan permisiva como ellos ante la corrupción, tan farandulesca como ellos, tan desentendida como ellos del interés y del futuro común.

      Dime en qué sociedad vives y te diré qué candidatos tienes. Y no te quejes de la imagen que te devuelve el espejo, porque los espejos reflejan lo que tienen enfrente. Lo real y tangible es eso. Lo que se ve espejado es apenas un fenómeno de la luz, algo inasible, impalpable. Como estos candidatos. Se podrá decir “Es lo que hay”. Pobre consuelo si no se aspira a producir algo mejor.

3 comentarios:

  1. Real, objetivo, preciso y por eso duele leerlo...

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  2. Duele leerlo. Duele ver las cosas como son.

    Gracias por poner tus ideas en palabras, Sergio.

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