Causas y razones
Por Sergio
Sinay
Buscamos causas y dejamos de explorar razones. No son lo mismo. Unas nos llevan al pasado, las otras nos impulsan al porvenir.
Algunas experiencias humanas tienen causas y otras
tienen razones. Causas y razones no son la misma cosa. Así lo explicaba, en El
hombre doliente, Víktor Frankl. Si lloro al pelar cebollas hay una causa,
no una razón. Si lloro por la muerte de un ser querido hay una razón. A cuatro
mil metros un alpinista puede sentir mareos y angustia por falta de oxígeno; es
una causa. O puede angustiarse porque se sabe mal entrenado y siente que no
logrará su meta: es una razón. Si río porque me hacen cosquillas, estas son la
causa de mi risa. Si río porque celebro con alegría el encuentro con mi amada,
mi risa tiene una razón.
Vivimos un tiempo plagado de causas. Ansiosos, impacientes, incapaces de navegar
en la incertidumbre, de estar abiertos al rumbo de la vida, buscamos o pedimos
la causa de cada cosa que ocurre o nos sucede. Causas que nos tranquilicen. Eso
en cuanto a la causa entendida como motivo. Y también nos embanderamos en
causas, a veces de manera fanática, intolerante, intemperante, autoritaria sin
sostenerlas con razones.
En la búsqueda del sentido de la propia vida las
razones son más importantes que las causas. Es por eso, quizás, que a menudo
las causas que creemos encontrar o que nos proveen los vendedores de certezas
tienen el mismo efecto que un analgésico. Nos tranquilizan o adormecen por un
breve tiempo, pero al no ser razones no impiden el regreso de la angustia. El
médico y logoterapeuta Gerónimo Acevedo explica en su libro El modo humano
de enfermar que el sufrimiento humano no es sólo un síntoma, sino una
experiencia personal a la que es necesario acompañar para encontrar su razón
(no meramente su causa). Y describe a la salud como el desarrollo del ser en su
esencia y sentido, como la capacidad de respuesta ante la dolencia y no como la
ausencia de dolencias. Al buscar denodadamente causas creemos que con ellas
desaparecerán las dolencias, del cuerpo y del alma. Pero “encontrar un sentido
existencial no es la causa de la salud sino el motivo para tenerla”, dice
Acevedo. “Y la medida de la salud no viene dada por la ausencia de crisis sino
por la capacidad de superarlas para instaurar un nuevo orden funcional”.
Hurgamos tratando de encontrar causas para las enfermedades,
para las crisis políticas y económicas, para la violencia, para el malestar
psíquico que se extiende como plaga en la atmósfera social cotidiana. Se gastan
palabras, desfilan los especialistas con sus explicaciones. Y todo sigue allí,
igual o peor. Quizás se trate, entonces, de buscar razones para vivir, convivir
y relacionarnos de otra manera, de explorar las razones para las cuales disponemos
de una vida. Las razones invitan a mirar hacia el porvenir. Las causas nos obligan
a mirar hacia atrás. Las causas solo explican (y no siempre). Las razones
inspiran.
Excelente estimado Sergio. Me quedo con la incertidumbre, que tanto detestamos y por la cual debemos fluir. Saludos!
ResponderBorrarEn una actualidad donde parece que los influencers son los que inspiran, celebro tus palabras que llaman a la reflexión.
ResponderBorrarGracias. Betina
Interesantes reflexiones que nos obliga a pensar!
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