lunes, 12 de abril de 2021

 

La oportunidad no viene sola

Por Sergio Sinay




 

Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer. Esta frase le es atribuida tanto al dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht (1898-1956), autor de obras fundamentales del teatro del siglo veinte, como La ópera de tres centavos y Madre coraje, como a Antonio Gramsci (1891-1937), filósofo, periodista y sociólogo italiano, autor de Pasado y Presente y Literatura y vida nacional entre otros textos claves del pensamiento político. Brecht definía con aquella frase a las crisis. Gramsci describía con ella la complejidad de ciertos momentos históricos. Y agregaba algo fundamental: “En ese interregno es donde surgen los monstruos”. La historia le daría repetidamente la razón. Y se la sigue dando.

Hace mucho tiempo, demasiado, que en la Argentina lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Lo que en la historia es una transición aquí resulta una imagen congelada. O quizás no tanto, porque lo viejo no está paralizado, estancado. Vive, se mueve, extiende tentáculos, genera sombras oscuras y extensas. En simultáneo la luz de lo nuevo titila, languidece, amenaza con apagarse definitivamente. Y en ese limbo surgen monstruos de diferente tipo, que, antes de revelar sus características aberrantes, se presentan como figuras providenciales y así son elegidos. Cuando se descubre lo que verdaderamente son y se proponen, ya es tarde.

Se suele asociar de manera automática e irreflexiva a las palabras crisis y oportunidad. Como si fueran hermanas gemelas inseparables. Y con cierto voluntarismo cándido se espera en esos casos que la oportunidad golpee a la puerta en plena crisis. Sin embargo, las oportunidades no existen por sí mismas ni llegan por designio divino. Hay que ir hacia ellas, generarlas. Las crisis, al revolverlo todo, ponen al descubierto recursos desconocidos o inexplotados, tanto internos como externos. Son materiales con los cuales construir la oportunidad. Pero, así como una pila de ladrillos no se convierte mágicamente en una casa, los recursos revelados por una crisis no se transforman repentinamente en una oportunidad. Si la oportunidad no se construye y no se ejecuta, la crisis es solo una crisis. Una más. O la misma, interminable, de siempre. Con el pasado vivo y el futuro nonato.

Las palabras nunca son mera unión de letras o simples sonidos. Oportunidad proviene del latín opportunitas, formado a partir de op (oprobio, opresión) y portus (puerto). Habría, entonces, un relato encerrado en el vocablo oportunidad. El hallazgo de un puerto desde el cual partir, cuando se está hundido en el oprobio y la opresión, en busca de horizontes distintos. Para lo cual habrá que aventurarse a navegar. Una vez más, la oportunidad no viene dada.

2 comentarios:

  1. El miedo no permite ni acercarse al puerto. Lo que alguien pensó como nuevo, envejeció. Lo viejo que dicen bueno, murió. Estamos en un limbo donde la crisis no genera oportunidad sino oportunistas. El miedo encadena y el victimario lo sabe. Aparentemente, el pequeño elefante es libre. Nadie se mueve. Estoy en una tierra de gorriones, un parque en el mar. Se ve un pequeño embarcadero. Nada más.
    Jeannette Ochoa

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  2. Gracias por estas letras suyas que hago mías..Gracias.
    Jeannette Ochoa

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