martes, 15 de septiembre de 2020


Crónicas de la peste (21)

¿Volveremos a encontrarnos?

Por Sergio Sinay

De Acuerdo, Acuerdo, Asia, Negro


¿Y qué ocurre con nuestros vínculos mientras se cuentan infectados y fallecidos? ¿De qué manera el Covid-19 está afectando a nuestras relaciones de pareja, de amistad, familiares, filiales? No hay estadísticas ni filminas sobre esto, pero pasan cosas. Algunas convivencias han reforzado lazos, han permitido conversaciones que eran necesarias, han permitido a las personas redescubrirse en aspectos y actitudes que no se registraban o que pasaban inadvertidos, han despertado gratitud. A través de las redes se han producido reencuentros donde antes había pura lejanía y conexión virtual. Ahora hay tiempo para relaciones que habían quedado en la formalidad. Y cuando se cultiva el vínculo, así sea a la distancia, aparece la añoranza del contacto físico y la promesa del abrazo en cuanto este sea posible.
Pero también esa misma convivencia forzosa ha creado atmósferas insoportables, sacó a la superficie resentimientos y egoísmos, violencia física, emocional y verbal, indiferencia, disfuncionalidades vinculares que antes de la cuarentena se disimulaban y escondían con variadas excusas, subterfugios e hipocresías. Y también la virtualidad vino a mostrar cómo relaciones que parecían sólidas y seguras eran pura apariencia, carecían de sustento interno y ahora aparecen como contactos efímeros, superficiales, vacíos. Solo intercambios de memes, chismes y fake news. Sin sustancia.
¿Y qué pasará después? Porque tarde o temprano habrá un después. Ya está transcurriendo. ¿Qué pasará con el miedo al contacto y a la cercanía que tantas personas han desarrollado en estos meses? ¿Qué ocurrirá con la sospecha sobre el otro, con el temor a que sea “contagioso”?  Los chicos, privados no solo de las clases presenciales, sino, peor que eso, del contacto con amigos y con el mundo, con el juego, con el descubrimiento del universo, tendrán que reaprender desde cero el alfabeto del vínculo con el diferente y de la socialización. Ese reaprendizaje será también necesario y duro para muchos adultos. Y no todos lo lograrán, porque estos meses han carcomido bases esenciales de nuestra condición de seres sociales.
¿Qué pasará, entonces? La respuesta exigirá mucha voluntad de reencuentro real y no formal, mucha capacidad de aceptación, mucha habilidad para la escucha hospitalaria, mucha voluntad de construir confianza, mucha empatía, mucho amor. Iremos regresando de parajes muy lejanos (aunque fueran físicamente cercanos), de mucha extrañeza, como robinsones que, aunque estuvieran hiperconectados estaban hiperaislados. Tendremos que reaprendernos, recuperarnos unos a otros, ser lo que ya antes de la pandemia habíamos dejado de ser. Criaturas que necesitan del otro, del que los mira, los nombra, los escucha, los toca, les habla, para certificar su propia existencia. Criaturas que se complementan. Y que solo pueden hacerlo cuando se encuentran y se aceptan. Algunos podrán. Otros estarán más solos que nunca, aferrados al miedo y a la sospecha, aunque circulen entre multitudes.

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