Crónicas de la peste (21)
¿Volveremos
a encontrarnos?
Por Sergio Sinay
¿Y qué
ocurre con nuestros vínculos mientras se cuentan infectados y fallecidos? ¿De
qué manera el Covid-19 está afectando a nuestras relaciones de pareja, de
amistad, familiares, filiales? No hay estadísticas ni filminas sobre esto, pero
pasan cosas. Algunas convivencias han reforzado lazos, han permitido
conversaciones que eran necesarias, han permitido a las personas redescubrirse en
aspectos y actitudes que no se registraban o que pasaban inadvertidos, han despertado
gratitud. A través de las redes se han producido reencuentros donde antes había
pura lejanía y conexión virtual. Ahora hay tiempo para relaciones que habían
quedado en la formalidad. Y cuando se cultiva el vínculo, así sea a la
distancia, aparece la añoranza del contacto físico y la promesa del abrazo en
cuanto este sea posible.
Pero
también esa misma convivencia forzosa ha creado atmósferas insoportables, sacó
a la superficie resentimientos y egoísmos, violencia física, emocional y
verbal, indiferencia, disfuncionalidades vinculares que antes de la cuarentena
se disimulaban y escondían con variadas excusas, subterfugios e hipocresías. Y
también la virtualidad vino a mostrar cómo relaciones que parecían sólidas y
seguras eran pura apariencia, carecían de sustento interno y ahora aparecen
como contactos efímeros, superficiales, vacíos. Solo intercambios de memes,
chismes y fake news. Sin sustancia.
¿Y qué pasará
después? Porque tarde o temprano habrá un después. Ya está transcurriendo. ¿Qué
pasará con el miedo al contacto y a la cercanía que tantas personas han
desarrollado en estos meses? ¿Qué ocurrirá con la sospecha sobre el otro, con
el temor a que sea “contagioso”? Los
chicos, privados no solo de las clases presenciales, sino, peor que eso, del
contacto con amigos y con el mundo, con el juego, con el descubrimiento del
universo, tendrán que reaprender desde cero el alfabeto del vínculo con el
diferente y de la socialización. Ese reaprendizaje será también necesario y
duro para muchos adultos. Y no todos lo lograrán, porque estos meses han
carcomido bases esenciales de nuestra condición de seres sociales.
¿Qué pasará,
entonces? La respuesta exigirá mucha voluntad de reencuentro real y no formal,
mucha capacidad de aceptación, mucha habilidad para la escucha hospitalaria,
mucha voluntad de construir confianza, mucha empatía, mucho amor. Iremos
regresando de parajes muy lejanos (aunque fueran físicamente cercanos), de
mucha extrañeza, como robinsones que, aunque estuvieran hiperconectados estaban
hiperaislados. Tendremos que reaprendernos, recuperarnos unos a otros, ser lo
que ya antes de la pandemia habíamos dejado de ser. Criaturas que necesitan del
otro, del que los mira, los nombra, los escucha, los toca, les habla, para
certificar su propia existencia. Criaturas que se complementan. Y que solo
pueden hacerlo cuando se encuentran y se aceptan. Algunos podrán. Otros estarán
más solos que nunca, aferrados al miedo y a la sospecha, aunque circulen entre
multitudes.
Gracias!! Excelente para reflexionar.
ResponderBorrar¡Cuánta nostalgia nos dejará..!
ResponderBorrar¡Gracias!