MUERTES ANUNCIADAS Y HORRORES SOBREACTUADOS
por Sergio Sinay
¿Cuánto tiempo
pasará antes de que el episodio de los jóvenes (no son “chicos”, sino jóvenes
adultos) muertos por sobredosis en la fiesta electrónica de Costa Salguero, sea
desplazado de la atención pública por una nueva tragedia juvenil, como, por
ejemplo, muerte de un grupo de adolescentes alcoholizados en una ruta,
enfrentamiento de grupos juveniles con final sangriento, o cosas por el estilo?
¿Cuánto tiempo más la “opinión pública” seguirá haciéndose la sorprendida y
horrorizada, como si esto fuera algo inusual, una fatalidad, una catástrofe
natural inesperada? ¿Hasta cuándo seguirá la epidemia fatídica de deserción,
irresponsabilidad y cobardía paternas y maternas en la función indelegable de
criar, educar y orientar existencialmente a sus hijos? ¿Hasta cuándo seguirá
impune ese impúdico e inmoral empresariado de la noche que lucra con orgías mortales
sin importar los medios? ¿Hasta cuándo la imperdonable desidia de funcionarios
corruptibles y corruptos y de un Estado ausente, indiferente y cómplice por
acción o por omisión?
Esta generación
de adolescentes eternos, inmaduros emocional y psíquicamente, que tienen como
único objetivo de vida “divertirse”, “la buena onda”, el “pum para arriba”, “la
previa”, “ la fiestita” y otras versiones de la nada y el vacío, no nació de
repollos. Son el espejo cruel y dramático del mundo de adultos que los rodea,
los apaña, los estimula, los celebra y les propone o facilita (nuevamente, por
acción o por omisión) modelos de vida o de vínculos en los que la norma, los
límites, los valores y el propósito no existen. ¿Cuánto durará, entonces, el
sobreactuado horror público por el episodio perfectamente previsible de Costa
Salguero? Solo hasta el próximo
capítulo. O hasta que los medios guíen la atención hacia el nuevo romance de
algún gobernador con alguna figura de la farándula, o hacia la nueva “polémica”
por algún tema que distraiga y permita seguir fumando, haciendo la plancha y
mirando hacia otro lado.
Duele ver que como sociedad no vamos a ninguna parte, repetimos el mismo círculo una y otra vez. ¿Hasta cuándo?
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