miércoles, 1 de abril de 2015


Germanwings, la contracara de Nisman

por Sergio Sinay

Dos sociedades, dos modos de encarar la justicia

Solo cuarenta y ocho horas después de la catástrofe del avión de Germanwings en los Alpes, ocurrido el 24 de marzo pasado, Brice Robin, fiscal general de Marsella, reunió a los familiares de las víctimas y les contó con detalles, con sensibilidad y con respeto cuáles habían sido las causas del pavoroso evento. Al tiempo que mitigaba en parte la angustia de esas personas(hasta donde eso fuera posible), la información de Robin ponía en duda la actuación de organizaciones poderosas, comenzando por la compañía Lufthansa, que más allá de su imagen parece haber tenido mecanismos muy laxos y distraídos respecto de la salud mental de sus pilotos, y por otra parte del mismo sistema alemán de control y supervisión de la actividad aérea, que había olvidado poner como obligatoria la presencia de dos personas calificadas en la cabina de un avión durante todo el vuelo y había permitido que fuera el propio afectado (en este caso el copiloto, con serios indicios de perturbación mental) el que portara el certificado médico para entregarlo a quien seguramente lo daría de baja. ¿Quién encarga al ahorcado la compra de la soga y espera que este lo haga? Los intereses que su información afectaba no detuvieron al fiscal.
Robin empezó por donde debía. Los primeros en ser informados tienen que ser siempre los dolientes. Es un acto de compasión, de comprensión y de empatía. Y pocas horas después hizo pública, puntillosa, sólida y específica la información. Apenas tres días después del desastre se conocían las causas y se las informaba con abundante argumentación. "Simplemente cumplí con mi deber", comentó Robin (según cuenta el diario español El País) entre sus allegados. Estos afirman que lo hace siempre, y con idéntica hidalguía y sensibilidad. Cumplir con su deber en este caso significa seguir las indicaciones del artículo 11 del Código Penal Francés, que aconseja dar información oficial para que no se propaguen versiones parciales, incompletas o tendenciosas. La idea de ese artículo es proteger a quienes, como en este caso, son víctimas.Todo el Código francés apunta a valorar, impulsar y fortalecer la información pública.
En contraste, en la Argentina transcurrieron dos meses y medio desde la misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman y la información al respecto sólo se ha oscurecido cada día, ha sido escamoteada y tergiversada, la memoria del muerto fue ensuciada de manera miserable por una banda de cobardes con cargos oficiales y por algunos otros cobardes vestidos de escribas o escondidos en las sombras, mientras los intereses de quienes podrían ser afectados por la denuncia que llevó a Nisman a la muerte han sido blindados, y la desconfianza y el desaliento se extendieron en la sociedad en tanto crece la sospecha de que, como una mayoría de los casos que se suceden día a día en una sociedad invadida por el crimen y el delito, tampoco esta vez se sabrá la verdad.
Pueden ocurrir catástrofes dolosas aún en las sociedad más avanzadas. Lo aleatorio es parte inevitable de la vida y acecha a cada paso (lean, si no, el extraordinario ensayo El cisne negro, de Nassim Nicholas Taleb y, ojo, no lo confundan con la película de Nicole Portman porque no tienen nada que ver entre sí). Pero en donde las instituciones republicanas están instaladas y son parte real de la vida cotidiana, los ciudadanos cuentan con derechos y seguridades mínimas que en otras sociedades el populismo pisotea, desvirtúa y mancha con cada acto y cada palabra.

1 comentario: