Una grieta
moral
Por Sergio Sinay
Muchas diferencias se integran creando nuevas realidades. No ocurre así con las diferencias de valores. Estas son irreconciliables.
Hay diferencias
que son naturalmente complementarias y existen otras que invitan a una tarea
constante y consciente para alcanzar el punto en el cual del blanco y el negro
nace el gris con todos sus matices. Estas piden la construcción de puentes, trabajo
que se debe emprender desde ambas orillas. En la pareja, en la amistad, en los
negocios, en el deporte, en las ciencias, en las familias, en los grupos de
trabajo, en los consorcios, en todos los ámbitos donde los seres humanos se
nuclean las diferencias están en el aire que se respira. Alimentan ideas,
amplían horizontes, estimulan nuevos paradigmas.
Pero no todas son
complementarias ni integrables. Las hay irreconciliables. Se puede diferir en
formas de llevar adelante proyectos conjuntos, en gustos, en preferencias
literarias, musicales y cinematográficas, en costumbres cotidianas, en ritmos,
en ideas futbolísticas, en pertenencias políticas partidarias, en el enfoque de
fenómenos sociales y culturales y hasta en prioridades a la hora de convivir.
En eso y en varias cosas más. Ello no necesariamente significa la ruptura de un
vínculo, el fin de una historia compartida. Convivir en el desacuerdo es una
experiencia enriquecedora, a la que solo los humanos podemos acceder, porque
nuestra condición incluye la razón, la conciencia y, a partir de ellas, la
capacidad de pensar de un modo no determinista, es decir libre.
Las diferencias
irreconciliables son pocas. Pero son irreconciliables. Aparecen cuando las
ideas se convierten en dogmas, cuando no se aceptan las disimilitudes
naturales, cuando no se respeta lo ancestral del otro. Y, sobre todo, cuando se
trata de valores. Los valores morales están más allá de modas, de épocas, de
preferencias, de teorías, de gustos, de creencias, de cálculos. No son
relativos. Al menos, no cabe plantearlos así. Matar, mentir, robar, corromper,
difamar, dañar conscientemente, abusar, cosificar a las personas no son actos
que se justifican a voluntad del que los comete o del que los avala. La coexistencia
humana exige un pacto moral de base por el cual ninguna de esas acciones será
cometida, con la muy delicada excepción de que con ello se preserve una vida. Y
esto no le cabe a la corrupción, a la difamación, al abuso, a la cosificación
ni a la manipulación perversa. Ningún fin justifica los medios, y siempre los
medios deberían justificar el fin.
Habría que contemplar
esto cuando se habla con cierto voluntarismo y liviandad de cerrar la grieta
que el gobierno derrotado en noviembre produjo y alentó en la sociedad
argentina durante años de corrupción e intolerancia extremas. Esa grieta fue un
precipicio y produjo dolorosas rupturas, hirientes injusticias, irreparables
difamaciones. Se sostuvo y amplió con mentiras desvergonzadas que se dispararon
dese la cima del poder y se recogieron y ratificaron hacia abajo con ceguera y
fanatismo, más irresponsables cuanto más recursos informativos e intelectuales
se disponía para no convertirse en cliente o en cómplice (ya fuera rentado o
gratuito). Quienes se pararon en ese lado de la grieta avalaron una corrupción
exhibicionista, prepotente, letal e imperdonable que dejó muertos (los de Once
y tantos más), pobres, indefensos, desnutridos, y enfermos. No hay inocencia en
ese aval.
La grieta no fue
política. Fue moral. Incluyó la mala fe (la sigue incluyendo en algunos autoritarios
trasnochados, ignorantes cívicos, que hablan de “resistencia”, como si el país
hubiese sido invadido, o que envían cartas abiertas al nuevo presidente
vanagloriándose de una pureza que no tuvieron a la hora de masticar las migas
que el poder les arrojaba). Las grietas morales son irreconciliables, no hay
pegamento que las cierre. Acaso haya que vivir con esta durante un largo tiempo,
hasta comprender cuál fue el mecanismo (y la pasividad social) que la produjo y
crear el antídoto para que no se repita.
Ya que se puede comentar, comentamos, tendencioso y mal intencionado .A quienes votan los de la grieta moral ?? a Macri procesado?? Con unas primera dama que utilizo o utiliza esclavos ?? de que moral habla Don Sergio ??
ResponderBorrarPor si no se entendió, consideró una inmoralidad defender con fanatismo a un régimen autoritario, que despreció las instituciones republicanas, que se usó del Estado para sus prácticas corruptas, que dejó morir de hambre a chicos desnutridos, que fue autor intelectual de muertes como las del tren de Once y tantas otras, que convirtió en estructural a la pobreza, que hizo de la mentira una práctica cotidiana, que vació a los derechos humanos de significado (derechos humanos son los del presente también, no solo los del pasado), que manipuló la justicia y que se llamó a sí mismo "progresista". Quienes se escudaron en esa etiqueta para negarse a ver lo obvio y se sumaron a un relato siniestro pretendiéndose protagonistas de una "revolución" actuaron (y actúan cuando siguen con conductas intolerantes) inmoralmente desde un borde esa grieta que intencionalmente abrió el gobierno populista al proponer un "ellos" y "nosotros" perverso. Si el actual gobierno hiciera lo mismo y consiguiera "militantes" funcionales a ese propósito, también eso será inmoral. Pero este gobierno (del que no soy "militante") lleva diez días, y el que provocó la grieta duró doce años cuya oscuridad se hará más visible en el tiempo. Y sería muy bueno para cambiar el aire de los tiempos, que los comentarios los hagamos sin temor a dar nuestro nombre y apellido. Eso también mejora la atmósfera moral.
BorrarPor si no se entendió, consideró una inmoralidad defender con fanatismo a un régimen autoritario, que despreció las instituciones republicanas, que se usó del Estado para sus prácticas corruptas, que dejó morir de hambre a chicos desnutridos, que fue autor intelectual de muertes como las del tren de Once y tantas otras, que convirtió en estructural a la pobreza, que hizo de la mentira una práctica cotidiana, que vació a los derechos humanos de significado (derechos humanos son los del presente también, no solo los del pasado), que manipuló la justicia y que se llamó a sí mismo "progresista". Quienes se escudaron en esa etiqueta para negarse a ver lo obvio y se sumaron a un relato siniestro pretendiéndose protagonistas de una "revolución" actuaron (y actúan cuando siguen con conductas intolerantes) inmoralmente desde un borde esa grieta que intencionalmente abrió el gobierno populista al proponer un "ellos" y "nosotros" perverso. Si el actual gobierno hiciera lo mismo y consiguiera "militantes" funcionales a ese propósito, también eso será inmoral. Pero este gobierno (del que no soy "militante") lleva diez días, y el que provocó la grieta duró doce años cuya oscuridad se hará más visible en el tiempo. Y sería muy bueno para cambiar el aire de los tiempos, que los comentarios los hagamos sin temor a dar nuestro nombre y apellido. Eso también mejora la atmósfera moral.
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