Tanto ruido y tanta furia
por Sergio Sinay
En el
quinto acto de esa impresionante y poderosa tragedia que es “Macbeth” William Shakespeare
pone en boca del protagonista esta sentencia: “La vida es una historia contada
por un necio, llena de ruido y furia, que nada significa”. La vida social y
política, las relaciones interpersonales, los espacios públicos, e incluso los
íntimos y privados, parecen darle hoy la razón al enloquecido Macbeth que ve acercarse
su hora final. Hay ruido y furia en los discursos, en las réplicas, en las
acciones. Ruido y furia en las pantallas, en las redes, en los micrófonos. En
la boca de gobernantes, dirigentes, parlamentarios, líderes, comunicadores. Ruido
y furia en las calles, en los salones y en las alcobas.
El ruido
y la furia como una emoción desbocada, como un caballo salvaje, sin jinete. Sin
el jinete de la razón, capaz de conducirla. Ruido y furia. Nada más alejado de
la filosofía del diálogo que proponía el filósofo israelí Martín Buber
(1878-1965), nacido en Austria. Una palabra esencial sostiene a la vida
verdaderamente humana, decía Buber. Esa palabra es Yo-Tú. Ambos términos son
inseparables. Nada significa Yo si no hay un Tú. Y sólo ante un Yo cobra
sentido el Tú. Todos somos Yo ante alguien. Todos somos Tú ante alguien. Cuando
consagramos eso reconociendo al otro y respetándolo, y siendo reconocidos y
respetados por él, construimos un puente y confirmamos otra afirmación de
Buber: “Toda vida verdadera es encuentro”.
El ruido
y la furia son lo contrario del diálogo y del encuentro. Destruyen el puente
que lleva de Yo a Tú y de Tú a Yo. Ruido y furia impiden la escucha. Convierten
la palabra en grito. Se lucha por imponer el monólogo propio. Y dos monólogos
paralelos, por mucho que se griten, no hacen un diálogo, como bien decía Buber.
No quedan entonces opciones. Habrá que aprender nuevamente a dialogar (o
aprender por primera vez si nunca se lo hizo). O sucumbir ensordecidos por el ruido
y la furia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario