Un griego universal
Por Sergio Sinay
Mientras un comisario de Atenas resuelve complejos asesinatos, lectores atentos pueden ver reflejada su propia sociedad y comprender por qué el mundo anda como anda.
El comisario Kostas Jaritos, jefe de Homicidios de la policía
griega en Atenas, es un avanzado cincuentón, tiene una hija treintañera y
abogada, un yerno médico y una esposa ama de casa pragmática y de rotundo
sentido común. No es un hombre de grandes luces y resuelve sus casos a fuerza
de mucho ensayo y error, paciencia, capacidad de escucha y habilidad para
conducir a un equipo de colaboradores mediocres. Resulta difícil no sentir
cariño por él y no entender sus deslices conservadores o compadecerlo en sus continuos
choques con la modernidad. Si se lo sigue atentamente en sus andanzas, lo cual
es fácil y entretenido, Jaritos puede ser el mejor guía para conocer en profundidad
los pliegues de una sociedad hoy martirizada por las manipulaciones, la torpeza
y la corrupción terminal de políticos y economistas no solo propios sino
también ajenos.
Kostas Jaritos es un personaje creado por el escritor Petros
Márkaris y el protagonista de una serie que hasta hoy suma nueve títulos. Los
últimos tres (Con el agua al cuello, Pan, educación y libertad y Hasta aquí hemos llegado) constituyen lo
que su autor llama “La trilogía de la crisis”. Los crímenes casi siempre
seriales que debe resolver Jaritós (mientras lucha contra la burocracia y los
manejos políticos de sus superiores y el oportunismo de los ministros de turno)
nunca son meros enigmas ajedrecísticos. Con un estilo clásico, palabras justas,
descripciones jugosas, fina sensibilidad y saludable sentido de la ironía,
Márkaris se vale de esas investigaciones para sumergirse en la historia griega
del siglo XX, en los sedimentos que aquella deja en el presente, y, por fin, en
la dolorosa actualidad de hoy. El mejor enviado especial del más prestigioso
medio internacional sería incapaz de explicar con mayor claridad y con mejores
viñetas de la vida cotidiana lo que ocurre en Grecia. Tampoco podría dar con
una galería de personajes tan vivos, tan humanos (en cuanto a complejidad y
sutileza emocional y psicológica), y tan universales. Muchos de estos griegos
son perfectos argentinos. Allí están nuestros vecinos y conocidos, nuestros
peores adversarios, nuestros amigos, nosotros mismos. Márkaris pinta su
doliente aldea y pinta el mundo.
Al hacer esto, el escritor (también dramaturgo y guionista del
gran Teo Angelópulos en películas bellas e inolvidables como La mirada de Ulises) muestra una vez más
hasta qué punto la buena literatura (en este caso, como en tantos, la novela
negra) informa, da cuenta y testimonio del mundo, trasciende la anécdota, cava
en la profundidad de los acontecimientos de su tiempo y los enlaza con el
pasado para lanzar interrogantes esenciales hacia el futuro. La buena
literatura desnuda y endereza a menudo lo que otros medios tuercen y encubren.
Brinda con generosidad, lucidez y emoción una información que perdura más allá
del barullo inmediato y perecedero. Ilumina la mente y nutre el alma.
La saga de Jaritos está viva y al alcance de cualquier
lector (sus primeros seis títulos son Noticias
de la noche, Defensa cerrada, Suicidio perfecto, El accionista mayoritario,
Muerte en Estambul y Liquidación
final). Desde sus páginas se puede
ver con nitidez el mundo de hoy, el ocaso de valores esenciales, la razón de
las ilusiones perdidas, la obscenidad de sus injusticias e incluso la estupidez
conque las sociedades se infligen a sí mismas heridas mortales y luego, sin
entender ni aprender, buscan culpables ajenos o externos. A miles de kilómetros
de distancia cualquier lector argentino con ojos y mente abiertos, encontrará
en la obra de Márkaris pistas para su propia realidad. Siempre que no lo
cieguen preconceptos y relatos fanáticos (algún ministro de Economía o alguna
jefa de Estado que hablaron de Grecia en estos días no entenderían una letra de
estas extraordinarias novelas).
Márkaris es autor también de breves ensayos recopilados en La espada de Damocles. Son imperdibles.
Allí habla de lo que ocurre cuando Estado y ciudadanos compiten en
irresponsabilidad, en consumo y en ver quién gasta más sin hacerse cargo de las
consecuencias. Habla de las consecuencias morales y culturales de las crisis y
de los hondos e irreparables resentimientos que siembra la política cuando se
convierte en un negocio. Sin quererlo, los escritores suelen ser profetas.
Dicen lo que todos callan, aunque duela. No es casual, seguramente, que la más
reciente historia de Jaritos se titule Hasta
aquí hemos llegado. Quizás el título abarque al mundo contemporáneo en su
totalidad.
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