Virus y estupidez
Por Sergio Sinay
Quizás el pequeño microorganismo que siembra terror pueda también ayudarnos a pensar y a revisar algunas cuestiones que tenemos postergadas.
Un virus no habla,
pero puede ayudar a pensar.
Pienso que el
planeta no está en peligro. Existió antes que los humanos y seguirá existiendo.
En todo caso es la Humanidad la que está en peligro por mérito propio. Y desde
hace rato. El planeta se las arregló y se las arreglará sin humanos.
Pienso que la Naturaleza,
así como la vida, no es buena ni mala. No es moral. No es rencorosa. ES. Por lo
tanto, el virus no es una venganza de la Naturaleza por lo que le “hacemos”. El
virus es solo un revelador de la estupidez humana.
Pienso, como dice
el gran historiador y economista italiano Carlo Cipolla (1922-2000) en su
imperdible Las leyes fundamentales de la estupidez humana, que el
estúpido se reconoce porque daña y se daña. Estudios serios muestran que cada
vez más virus que vivían fuera del organismo humano se están mudando a nuestros
cuerpos debido a la deforestación masiva y a otras destructivas estupideces humanas
producto de la ambición, de la avaricia, del egoísmo, de la voracidad
materialista. Al perder sus hábitats naturales (especies vegetales y animales
en extinción por la acción humana) los virus mutan y se mudan. Somos su nueva
casa.
Pienso que todo lo
anterior no es una “venganza” del virus. Como nosotros, y como cualquier
organismo vivo, el virus quiere vivir y busca en dónde. Estúpidamente nos
ofrecemos como hábitat.
Pienso que los
antiguos griegos eran indudablemente sabios. Nada nuevo hay desde ellos. En su
mitología y su filosofía está todo. Hablaron hace 25 siglos de la Hybris.
Esto es el pecado de soberbia. Y de la Némesis, consecuente castigo que
recibe la Hybris. Se referían a la soberbia de los humanos al creerse
dioses. Y al castigo conque los dioses
verdaderos los ponían en su lugar.
Pienso que nunca
como en estos tiempos de desmedida euforia tecnológica, científica, económica y
consumista la Humanidad había alcanzado semejante grado de soberbia, semejante pretensión
de ser dioses. Y ahí está su némesis bajo la forma de un invisible
microorganismo. Que se llama, además, Coronavirus. Es decir, es él quien
lleva la corona y no los soberbios que se creyeron dioses. Cruel ironía,
creerse tan fuertes e indestructibles y ser tan débiles y frágiles.
Pienso que después
del virus algunos habrán recapacitado sobre cómo vivimos, cómo nos vinculamos,
cómo nos venimos desentendiendo del otro, como venimos creando paraísos
artificiales en los que reina el egoísmo, la voracidad consumista, la
indiferencia.
Y pienso que muchos más, acaso la mayoría, olvidarán rápidamente
la histeria y la paranoia que los llevó a actuar de maneras ridículas y
patéticas, a dejar de pensar, a decir y difundir gansadas, a tomar medidas
insensatas, a mostrar su incapacidad de gobernar o de gestionar, y regresarán,
desmemoriados, a la estupidez de cada día. Hasta el próximo virus.
Totalmente de acuerdo. El Coronavirus afecta la capacidad de pensamiento crítico y entonces reina la estupidez.
ResponderBorrarMuy bueno
ResponderBorrarMe gustan tus reflexiones, pero te cuento que desde hace un tiempo, cuando leo "estudios serios" y no el nombre de la institución que los realiza, todo pierde validez en mi cabeza. Me volví incrédula a las estadísticas y estudios que no puedo chequear.
ResponderBorrarEXCELENTE...
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