¿Otra vez la misma historia?
Por Sergio Sinay
El ensayista y novelista indio Pankaj Mishra presenta un profundo, lúcido e inquietante ensayo sobre los parecidos entre el mundo actual y el de finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte, cuando se incubaba la etapa más sangrienta de la historia humana
La historia no marcha en línea recta, sino en
círculos. Es difícil no compartir esta afirmación del ensayista y novelista
indio Pantaj Mishra, desplegada en su ensayo La edad de la ira. El florecimiento de los Trump, los Bolsonaro,
los populismos de derecha e izquierda en todo el planeta, el Brexit, el ascenso
de la derecha xenófoba en Italia y Austria, el terrorismo desquiciado de ISIS y
otros fenómenos que ensombrecen el planeta y lo cubren de miedo, odio,
violencia y paranoia se explica a partir de argumentos que Mishra (colaborador
del londinense The Guardian, de The New Yorker y de The New York Review of Books, y ganador del prestigioso Premio
Windham-Campbell a la no ficción) desgrana con notable erudición, con un estilo
preciso y al mismo tiempo apasionado y con un foco que jamás se desvía.
El
ensayista, radicado hoy en Londres, sostiene que las promesas de mejores
condiciones de vida, igualdad, justicia, libertad irrestricta, progreso
continuo, y un futuro mejor, nacidas con el Iluminismo en el siglo dieciocho, y
fortalecidas a partir de ahí por el capitalismo y la democracia liberal, no
solo no se cumplieron y fueron traicionadas, sino que apenas funcionaron para
unas minorías cada vez más opulentas, más ambiciosas, más inmorales e
inescrupulosas y más indiferentes a los padecimientos colectivos. De ese
incumplimiento fueron, y son, cómplices tanto políticos como intelectuales,
economistas, periodistas, gurúes del individualismo narcisista y fanáticos de
una tecnología desvinculada de las verdaderas y esenciales necesidades humanas.
En las últimas tres décadas del siglo dieciocho,
coincidentes con el auge del colonialismo, se hizo patente que el futuro no
estaba en donde se lo había ofrecido, que directamente no existía para grandes
masas de poblaciones hambreadas y desesperanzadas, así como para jóvenes sin
porvenir a la vista, que fueron entonces presas de las promesas mesiánicas de
quienes de quienes se oponían al sistema económico y político que entonces se
globalizaba con el auge de los transportes y las comunicaciones. Se reprodujeron así los
atentados anarquistas y los magnicidios en Europa e incluso Estados Unidos,
porque se trataba de terminar con lo existente a cualquier precio (sobre todo
el de vidas) dado que la violencia sería partera de una nueva historia. No
importabaponían al sistema económico y político que entonces se globalizaba con el auge de los transpor qué historia. Se descontaba que resultaría mejor. Pero el resultado
fue la Primera Guerra Mundial, la más sangrienta en la memoria humana hasta
entonces.
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